O al menos, yo no lo veo así.
Es evidente que hay mucha gente que no entiende porqué se regula una profesión. Esa es la impresión que me he llevado leyendo este artículo de el Blog Salmón (uno sobre economía).
¿Por qué se ha regulado la profesión de Portero de Discoteca recientemente?
Es cierto que algunos decretos de regulación son ciertamente controvertidos, y ni yo mismo alcanzo a entenderlos bien. Pero el motivo principal para regular una actividad profesional es el por el bien de la sociedad. Así, por ejemplo, se ha regulado la profesión de Portero de Discoteca debido a los trágicos incidentes acaecidos en los últimos años en los locales de ocio nocturno, incidentes en los que algunas personas perdieron la vida.
La regulación no puede garantizar que esos tristes sucesos no vuelvan a suceder (eso es imposible), pero se supone que al obligar a los profesionales que ejercen estas actividades a pasar una formación y un examen, la probabilidad de que los mencionados sucesos vuelvan a repetirse es mucho menor. Has obligado a los profesionales a prepararse mejor, a estudiar, a formarse, a pasar un examen que verifique que tienen esa formación mínima, a un examen psicológico, etc. Es más, por la información que tengo, no todos los examinados para ejercer de portero de discoteca han superado dicho examen, y no podrán ejercer tal actividad en la Comunidad de Madrid.
Así pues, estamos hablando de regular actividades por el bien civil. Sin embargo, el artículo anteriormente mencionado no lo ve así:
La gente que pide acreditaciones profesionales lo que está pidiendo es proteccionismo. Proteccionismo para un sector concreto de la población, al igual que los agricultores piden subvenciones o los sindicatos que el despido sea muy complicado y caro de ejercer.
Nada más lejos de la realidad. La gente que pide la regulación pide seguridad. No ver cuándo la informática puede ser peligrosa es una cuestión de analfabetismo digital.
España es una nación analfabeta desde ese punto de vista. Cuando se habla de la informática siempre se piensa en cosas como Windows, Descargas por P2P, MP3 y películas DivX, antivirus y Office. Eso es analfabetismo digital. El propio autor del artículo se reconoce como Ingeniero de Telecomunicaciones (lo cual me parece interesante, pues su profesión es una de las más reguladas y “proteccionistas” de todas). Pero quizá por no ser ingeniero en informática es por eso que no conoce todas las ramas que la ingeniería informática toca en nuestra sociedad.
Dado que el autor se identifica como empresario y añade que el “libre ejercicio de la profesión aumenta la competitividad”, yo preguntaría ¿la competitividad de quién? ¿y la calidad? No se puede pedir que se elimine la regulación de una profesión para abaratar la mano de obra (por si no lo has pillado: al no haber regulación, cualquiera puede ejercerla, incluso sin formación, lo que aumenta la oferta de mano de obra y permite la precarización del puesto laboral; salarios más bajos). Es más, la precariedad laboral en el sector informático no ha redundado en una mejora en la competitividad. España sigue a la cola de Europa en la aplicación de nuevas tecnologías.
¿Y si te dijera que en este momento tus datos, los de tu familia, los de tus hijos podrían ser puestos al alcance de cualquiera en internet debido a un mal diseño de un sistema informático? ¿Consideras ese riesgo un peligro para la sociedad? ¿Y si esa información sobre tu familia es accesible para una persona con antecedentes por abuso sexual? ¿Consideras ahora ese fallo un riesgo para tu familia? No te preguntes cuándo pasará. Ya ha pasado:
- Datos de clientes de operadoras saltan el Atlántico sin consultar a los titulares.
- Un fallo de seguridad pone al descubierto datos confidenciales de clientes de Vodafone
- Facebook ha revelado accidentalmente datos personales de sus miembros
- La Agencia de Protección de Datos sanciona a ONO con 60.000 euros de multa.
- Protección de Datos multa con 841.000 € a dos filiales de Telefónica
Puedes consultar la web de la Agencia de Protección de Datos. Como verás, sucede continuamente. El caso es que una ley no puede impedir que esto se siga produciendo. Sólo actúa cuando el daño ya está hecho, y la justicia a veces, aparte de ciega, es lenta.